La eternidad de lo efímero

Hubo un segundo en el que decidió emular al gran Aquiles y en un aleteo de sus nuevas alas convertirse en algo más duradero y dejar una huella, un rastro, un mínimo indicio de que ella estuvo allí.

No era afán de protagonismo, o quizá sí, pero no lo sentía como tal, era más consciente de querer darle un sentido a su corta vida o quizá era un mero y vano intento por alargarla...

Así que de buenas a primeras consultó diversos oráculos y chamanes hasta dar con la fórmula que le permitiese transfomarse en materia sólida. La mala suerte o el destino quisieron que a los pocos segundos de caer al suelo convertida

en metal repujado fuera capturada por las manos de un orfebre.

La idea surgió rauda como el primer rayo de una tormenta y desencadenó una actividad febril, no podía reprimir el impulso de seguir puliendo y combinando con otras materias hasta dar forma a la imagen creada en su mente.

Sabía exactamente lo que quería y cuando su regalo estuvo listo y envuelto se lo entregó a su futura dueña y según recibió un cálido beso de agradecimiento, comprobó con

desmayo que las orejas de su amada estaban libres de pirsins...

Fue en ese instante cuando nuestra protagonista vió cumplido su sueño ya que se hizo eterna en el recuerdo... porque hay momentos y sensaciones y olores que duran ná y sin embargo nos acompañan escondidas en recovecos de la mente y de repente vuelven como un déjà-vu.

Como con los puzzles, ya ves tú qué tontería, te tiras la tira de tiempo para acabar deshaciéndolos... pero a mi me encantan!

¡Que pasen ustedes unas estupendas vacaciones!